
Pues sepa vuestra merced, ante todas cosas, que a mí me llaman “Marlin”, aunque mi nombre completo es Marlin Pez Payaso, y que soy viudo de Coral Pez Payaso, y padre de Nemo, y que somos residentes en un una anémona con vistas, en un barrio también conocido como el acantilado.
Y como vuestra merced me ha
pedido que le cuente el caso por extenso me pareció contarlo desde el principio
para que así tenga cumplido relato de mi persona y así vea cuan complicado me
ha resultado en este mar de peligros que es el nuestro conseguir mi meta, y como me he convertido al
cabo del tiempo en el protagonista de todas las pantallas.
Pues habiéndome yo
recientemente mudado a mi anémona con mi pareja Coral, vino a ocurrir que una
barracuda nos atacara, acabando con su vida y la de casi todos mis huevos.
Y he aquí, que el único hijo
que me vino a quedar tuviera por nombre Nemo, y, como usted mismo ya conoce
esto de la paternidad, entiende cuando le digo que es y ha sido mi ser más
preciado y que lo he querido más que a nada. Mas quisiera este mundo tan cruel
en el que vivimos, que Nemo naciera con una aleta muy débil, la cual siempre ha
sido fuente de mis preocupaciones y me ha quitado el sueño.
Años después del nacimiento
de Nemo, en su primer día de colegio, tuve la culpa y la desgracia de mantener
una discusión con mi hijo. Que si bien, y como usted ya sabe, es cosa normal
entre las familias de todo hijo de vecino, conllevó unas consecuencias nefastas
de las cuales aún me tengo que santiguar cuando las pienso, no vaya a ser que
volvieran a suceder.
Y estando como estaba
enfrascado en la discusión, no me di cuenta como el pececillo, en un acto de
rebeldía, nadaba hacia mar abierto. Y ya iba yo a buscarle para que no
cometiera más imprudencias, que para eso están los padres, cuando unos humanos
lo apresaron y se lo llevaron con ellos, dejándome a mí tremendamente alarmado.
Y he aquí donde empieza,
vuestra merced, el caso de cómo conseguí rescatar de las garras de los humanos,
a mi Nemo. Y de cómo, con la ayuda de Dory, un olvidadizo pez, y
diferentes animales marinos conseguí llegar a
Sidney, donde los humanos mantenían apresado a mi hijo.
Gracias a estos, pude llegar
a su prisión, llamada “Consulta Dental”. Sin embargo, al observar por
la ventana, pude ver a mi hijo fallecido, y, deprimido me alejé de tan triste
lugar. Mas Nemo, haciendo uso de argucias, había estado fingiendo su muerte,
con lo que consiguió ser arrojado por el retrete y acabar en el mar. Allí se
encontró con Dory, quien le ayudó a encontrarme.
Y, como la vida a veces es
generosa, quiso el destino que mi hijo y yo volviéramos a encontrarnos, y ahora
vivimos felices y sin más preocupaciones que las de cualquier pez corriente.